Low Flight

Low Flight es la primera exposición individual de Pedro Herrero Ferrán en Cibrián. A través de una serie de obras nuevas, incluyendo esculturas y ensamblajes, esta exposición muestra el continuo interés de Herrero Ferrán por diseccionar reliquias de sistemas de coerción obsoletos.

El trabajo de Herrero Ferrán combina varios gestos y objetos apropiados de disciplinas específicas como la aeronáutica y la cartografía. Su enfoque de la escultura también está influenciado por el uso de software de código abierto, código de programación al que cualquiera puede acceder y manipular. Haciendo un uso deliberadamente indebido del conocimiento colectivo disponible en estas plataformas públicas, Herrero Ferrán produce formas nuevas y ambiguas que ya no soportan su función prevista.
En Low Flight, el espectador se enfrenta primero a lo que parecen ser objetos en serie en desuso: carcasas de avión erosionadas que se encuentran en el suelo, mesas de dibujo que cuelgan de las paredes, reproducciones en resina de poliuretano de lámparas de escritorio, etc. Estos objetos y formas evocan formas de autoridad obsoletas. El artista utiliza diferentes conjuntos de instrucciones estandarizadas como vehículo de expresión artística.
En su práctica, Herrero Ferrán se refiere a menudo a la figura del ladrón, un personaje emblemático de la misma mutabilidad engañosa que se encuentra en la obra del artista. El personaje del ladrón aparece como un aficionado que es incapaz de borrar su huella criminal. El artista se enfrenta a un reto similar en el contexto de la producción artística global contemporánea, donde las ideas y las formas se roban continuamente, y la identidad se ha convertido en una cuestión clave para muchos artistas. Low Flight opera a partir de esta tensión, utilizando el esplendor de la rigidez académica como medio para alcanzar su fin.
Las obras expuestas pueden verse como reliquias de instituciones que llevan la sutil marca de una presencia más íntima. El artista, como si se tratara de un torpe ladrón ansioso por firmar sus fechorías, dejó muchas huellas tras de sí. Todas estas referencias personales funcionan como una especie de escritura automática en los márgenes de los libros escolares, un espacio que escapa a la vigilancia.