Pire, Miche, Yoko, Stone…

17.05.2024 – 06.07.2024

Cibrián se compace en presentar Pire, Miche, Yoko, Stone… una exposición personal del artista Francesc Ruiz

Cibrián:  En tu exposición Pire, Miche, Yoko, Stone… en Cibrián, presentas siete esculturas que toman forma de buzones. Sobre esas esculturas, unidades autónomas, se pueden ver logotipos de grandes empresas de impresoras / plóter, neumáticos y telefonía prepago, así como placas para buzones con caligrafías descuidadas, rastros de habitantes desconocidos. La proliferación de los buzones en el espacio y su generosidad simbólica deja al espectador frente a una experiencia tanto común como única. ¿Puedes hablarnos del origen de estas obras?

Francesc Ruiz: La exposición muestra un conjunto de piezas que epitomizan en cierto modo las instalaciones que realicé en el CA2M de Móstoles en 2020 y en el EACC de Castellón en 2022, donde pude trabajar alrededor de la idea de capitalismo impreso acuñada por Benedict Anderson, pero ampliada por un lado a lo que yo llamo el printernet y por otro lado a lo que sería una visión muy particular de la logística contemporánea. 

Anderson establece una relación entre la aparición y evolución de la imprenta y el desarrollo de las comunidades imaginarias que construyen la idea de nación. Un ejemplo de esto sería cómo la prensa diaria ayudó a fijar la noción de pertenencia a un territorio o ciudadanía. Durante mucho tiempo, parte de mi práctica ha sido pensar en el quiosco de prensa como un lugar desde donde analizar contextos específicos, desmantelando la forma en la que el statu quo se construye.

A partir de 2015 empiezo a ampliar esa noción de capitalismo impreso al paisaje contemporáneo urbano que yo relaciono con el desarrollo y abaratamiento de las tecnologías asociadas a la impresión de gran formato. Plotters, pancartas, vinilos... cubren las fachadas de los edificios, los escaparates, los autobuses, las furgonetas y los camiones, configurándose como una piel o arquitectura adhesiva. Ese printernet, te permite descargarte un logo o una imagen de la red e imprimirla al tamaño que quieras, incluso te permite imprimir ciudades enteras a tamaño real.

A la vez, la idea de distribución que había desarrollado en todo mi trabajo alrededor del cómic expandido pasa a interesarme desde una nueva perspectiva. Inicio toda una investigación alrededor de varios ejes: la logística global, las genealogías de lo que denomino arte-distribución, la posibilidad de una logística queer; así como una perspectiva negativa de todo eso, a través de la idea de desaparecer o sacar de circulación.

Volviendo al corpus de trabajo que muestro en la galería, los buzones recogen todos esos intereses que he mencionado, son impresiones, carteles y rótulos, en un material que parece cartón pluma y que asociamos a las maquetas arquitectónicas. El buzón, no es sino una maqueta de un edifico, un resumen de éste, donde se representa la idea de propiedad privada a pequeña escala, pero también la de comunidad.

Los logos que vemos hacen referencia a empresas que imprimen en un sentido amplio: fabricantes de plotters, marcas de neumáticos y una compañía de telefonía móvil, Lycamobile, que entre el 2015 y el 2020 realizó una campaña muy invasiva de comunicación urbana a partir del vinilado de las tiendas que distribuían sus tarjetas de prepago.

A la vez, el buzón es el lugar final en la cadena de suplidos, en un mundo en el que ya no enviamos cartas, sino que recibimos paquetes.

Cibrián:  Transitividad, transgénero, transexual, transición, en realidad son todas palabras que describen un cuerpo en movimiento y, por tanto, por definición, ese cuerpo se encuentra en un estado de inestabilidad. (Jack Halbertsam, excerpt of a lecture at Columbia University, New York, June 6th, 2023, published on the occasion of the 10th edition of Many of Them.)

Si extrapolamos el pensamiento de Halberstam, como el de numerosxs académicxs y pensadorxs de los estudios de género de esta última década, podemos intuir unos paralelos entre logística y queer, ya que ambos se construyen sobre un estado intermedio, inestable, de un cuerpo o una mercancía. Tu obra se ha centrado a menudo en la construcción del paisaje urbano como espacios liminales. ¿Es posible una lectura queer de estos espacios urbanos?

Francesc Ruiz: Entiendo la logística queer, a la que a veces me refiero, como aquel conjunto de sistemas de operaciones que permiten que las vidas “otras” sean vivibles. Existe una logística del deseo queer que rompe con la noción del espacio tiempo del heteropatriarcado. Hay una logística del armario que permite vivir bajo regímenes represivos. Hay una logística que surge de la crisis del sida que gestionará los cuidados, la protesta y se rebelará contra las políticas sanitarias y los protocolos de la industria farmacéutica. Hay una logística queer en como decidimos renombrarnos más allá del género otorgado y de las imposiciones médico administrativas impuestas al nacer. Hay una logística trans que distribuye drogas, hormonas y espacios transitivos. Hay una logística queer en cómo se gestiona la idea de familia o comunidad. Hay una logística queer transmigrante que se maneja en la adversidad para sobrevivir bajo un sistema tránsfobo, xenófobo y racista.

Mi particular genealogía de referentes que participa de esa logística queer se inicia en el arte correo de Ray Johnson y en personajes de ficción como el superhéroe Danny The Street creado por Grant Morrison, una calle travesti que aparece y desaparece en diferentes lugares y tiempos para dar cobijo a los que viven en los márgenes.

Creo además que hay una poética de la logística queer que se organiza en la carretera, en la huida, en las áreas de servicio, en los polígonos, en los camiones y su iconografía trans/portadora, reconvertidos en bares o en cuartos oscuros, en las subculturas leather, bear y butch, en las masculinidades femeninas.

En los buzones, esa logística queer también se refleja en las diferentes texturas que los nombres inscritos en las placas configuran y que te indican diferentes niveles de ciudadanía y legalidad. Gente que no puede nombrarse, personas que han decidido nombrarse de otra manera, gente que teme ser identificada pero que necesita una dirección para recibir una droga que le permite vivir.

Cibrián:  Eres, quizás, más conocido por tu investigación alrededor del cómic, que usas para contar historias alternativas, especialmente las que surgen a través de la construcción de un imaginario homosexual dentro de una sociedad heteronormativa. 

La relación entre el dibujo y la cosa impresa, y por extensión la rotulación, atraviesa tu trabajo. ¿Puedes contarnos cómo se pasa de una forma a la otra, si es que para ti son prácticas distintas? ¿Y cómo han influido esas prácticas en tu último cuerpo de trabajo?

Francesc Ruiz: El cómic ha sido un formato con el que he podido expresarme y desarrollar investigaciones en torno a espacios incómodos o poco conocidos, el cómic árabe, el cómic gay creado por gente fuera del colectivo, el hentai alternativo como espacio límite de la representación.

El cómic me ha permitido establecer una metodología de acercamiento a contextos, tiempos y lugares concretos. A partir de la arquitectura y la gramática básica del cómic y de técnicas situacionistas como el détournement, he podido dar voz a las portadas que constituyen la piel de los quioscos y especular sobre posibles comunidades imaginarias. Eso a su vez me ha permitido desmontar todos los códigos gráficos que configuran la comunicación impresa.

Por otro lado, siempre he defendido la total relación que existe entre cómic, arquitectura y urbanismo. Caminar por una calle y ver los escaparates con sus rótulos y maniquíes, se parece bastante a la lectura de una tira cómica. Uno de mis referentes iniciales fue la historieta “13 Rue del Percebe” de Francisco Ibañez, que es nuestra versión comiquera de “La Vida Instrucciones de Uso” de Perec.  Si volvemos a los buzones creo que también pueden leerse en clave de cómic, si te fijas bien, no son sino conjuntos de viñetas con textos inscritos que nos indican quien habita allí.

 


Francesc Ruiz (n. 1971, vive y trabaja en Barcelona) fue uno de los representantes del Pabellón de España en la Bienal de Venecia de 2015. Su obra se ha expuesto ampliamente en instituciones internacionales como Gasworks, (Londres), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia,  FRAC Grand Large - Hauts-de-France, Centro de Arte Dos de Mayo (Madrid), Espai d’Art Contemporani de Castelló, Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona .

Sus obras se encuentran en colecciones públicas como el MACBA, Museu d'Art Contemporani, Barcelona, MNCARS, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia, Madrid, IVAM, Valencia, CAAC Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla, Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC), Santiago de Compostela, FRAC Ile-de France, Paris, FRAC Corse, Corte, FRAC PACA, Marseille, Fonds Municipal d'Art Contemporain, Paris.

Fue uno de los fundadores del Instituto de Estudios del Porno que analizaba críticamente la representación de la sexualidad y funcionaba como laboratorio de experimentación y estudio. Bajo el título "Disturbing Distribution", ha creado una serie de obras que visualizan los sistemas de circulación de mercancías y cuerpos, con el objetivo de resaltar los nuevos espacios disruptivos del capitalismo.

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