Cibrián se complace en presentar Colour, like a hormone, una exposición individual de la artista y cineasta Laida Lertxundi (bilbaína, vive y trabaja en París).
En Colour, like a hormone, Lertxundi ha deconstruido las películas de 16 mm por las que es conocida, explorando sus partes constituyentes -luz, color, sonido, textura- a través de una variedad de medios que incluyen la escultura, el fotograbado, la instalación y los objetos ready-made. En el centro de la exposición se encuentra Games, una nueva serie de esculturas multimedia formadas por fotogramas de películas de 16 mm impresas en vidrio y bandas sonoras que se activan pulsando un botón. Las bandas sonoras son un collage de grabaciones de campo de paisajes y voces que Lertxundi ha ido recopilando a lo largo de 15 años. Al canalizar trabajos pasados y temporalidades perdidas, Games funciona como una especie de película refractada, arrancada del oscuro espacio del cine y dotada de una corporeidad nueva y franca que se activa con el tacto del espectador.
La luz está en el centro de Sunrise Slips, que muestra una serie de amaneceres dislocados sobre el desierto californiano de Joshua Tree. Lertxundi rodó estas escenas con una cámara prestada cuyo motor estaba averiado. Esto provocó que el carrete de la película se ralentizara gradualmente a medida que pasaba por delante del objetivo de la cámara, dando lugar a una serie de planos que parecen iluminarse rápidamente antes de pasar a la siguiente imagen. Abrazando lúdicamente las connotaciones subversivas y feministas de utilizar una cámara defectuosa, el resultado es un acontecimiento alucinógeno luminoso, un amanecer perpetuo que parpadea y retrocede rápidamente como fuegos artificiales. Sin embargo, Lertxundi sigue, como siempre, empeñada en ejercer presión sobre el potencial ilusorio y escapista del cine. Existe una tensión entre la escala y la presentación discretas de la obra y su intensidad extática.
Peliculas, una tercera obra cinematográfica, ejemplifica el enfoque colaborativo y deconstructivista del cine de Lertxundi, así como su continuo interés por el paisaje como tradición artística y entorno habitado. En la película, vemos a dos personajes contemplando un extraño horizonte a medio construir en algún lugar del País Vasco. Más tarde, meten en una caja una serie de objetos, entre ellos unas latas de película, se pasean por delante de una imagen cinematográfica proyectada y anotan sus pensamientos privados (de manera ambidiestra). Lertxundi renuncia al guión o a una narrativa discernible y deja al descubierto el dispositivo cinematográfico para crear nuevas vías de conexión para el espectador, proponiendo una conciencia sutil y absorbente de la imagen cinematográfica más allá de la lógica construida de la narración lineal. Los objetos de la película se dejan a la vista en el espacio expositivo, como si hubieran atravesado la pantalla y entrado en nuestro plano físico.
El título de la exposición proviene de los últimos versos de “How to Colour”1, de la poeta Lisa Robertson:
El color, como una hormona, actúa a través,
avergüenza, seduce. Estimula el jugoso
intervalo en el que se retuercen la emoción y el sentimiento.
Nos acicalamos en ese pharmakon. Esto es
arquitectura, un arte aplicado.
Mientras que el trabajo de montaje de una película suele consistir en ejercer un orden temporal entre escenas dispares, Colour, like a hormone propone una especie de montaje a través del espacio físico, impregnando, como la hormona de Robertson, las paredes de la galería y los cuerpos humanos que hay en ella.
1 Lisa Robertson, “How to Colour”, Occassional Work and Seven Walks from the Office for Soft Architecture (2003)
Games (amarillo)
Games (rojo)
Games (verde)